SI LA HISTORIA ME HACE CLIC, LE DOY CLIC
Por Lili Rico
Capítulo 1: La noche de navidad que pasé con Héctor Abad y lo que me enseñó sobre seducir, antojar, tentar...
Finales de 1999.
Hace unos meses había conocido a Héctor Abad en la entrevista que le hicimos en la Agencia EFE a propósito del lanzamiento de su obra “fragmentos de amor furtivo”.
Nos habíamos caído bien, yo diría que más que eso, nos habíamos gustado, no de esa manera que ustedes están pensando sino de esa que a uno lo deja con muchas ganas de conversar más, de saber más, de estar más.
Héctor iba pasar una buena temporada viviendo en Madrid y estaba recién llegado, estrenando esas soledades que uno pasa cuando se muda a otro país.
Entonces se lo presenté a Goyo, mi pareja, y nos fuimos haciendo amigos mientras íbamos a comer cordero a Pedraza o visitábamos el Acueducto de Segovia, o qué se yo, mientras hacíamos esas cosas tan ricas que uno hace con los recién llegados a Madrid.
Y así llegó el final del año y entonces invitamos a Héctor a celebrar la noche de navidad con nosotros, y en el momento de los regalos, Héctor le entregó el mismo objeto con el mismo papel de regalo a Goyo y a mi suegro, Julio Feo. (Quienes estén riéndose del apellido de mi ex suegro, no quiero ni contarles lo que les pasó a mis hijos: yo soy apellido Rico y el papá es Feo, así que termínense de reír y seguimos, jajaja).
Entonces estábamos en la entrega de regalos y Héctor, con esa voz dulce que tiene él y esa sonrisa tímida que nos desbarata a casi todas, se excusó: perdón por traerles el mismo libro a los dos, pero…
Y aquí vamos a hacer un stop para viajar en el tiempo.
19 años después. Año 2018.
Recibo un email de Héctor:
De: Hector Abad
Enviado el: martes, 17 de abril de 2018 8:12 a.m.
Para: Liliana Rico
Asunto: Diario
Querida:
he estado pasando en limpio mis viejos diarios. Encuentro esta entrada, el 25 de diciembre de 1999:
“Anoche Lili y Goyo me salvaron de la soledad. Me dieron regalos y hasta el papá de Goyo, Julio Feo, me regaló un libro. Siempre les agradeceré esta generosidad. Pavo relleno por Goyo, una delicia, y yo llevé los cava. Pero estuve avaro en los regalos, maldita sea; otra vez les daré algo mejor.”
H.
Y mi respuesta:
Héctor!
¡Recuerdo esa noche! Recuerdo el pavo y recuerdo el postre, jaja.
A la hora de los regalos le entregaste a Julio y a Goyo un libro empacado con el mismo papel, un libro del mismo tamaño, el mismo libro.
Antes de que lo abrieran, hiciste algo que yo también hago: regalar el libro con cuento.
Dijiste algo así como: este libro, El último encuentro de Sándor Márai, es sin duda uno de los que mejor describe la naturaleza masculina. Habías descubierto recientemente a este autor húngaro y estabas feliz con el hallazgo. Dijiste más cosas, nos contaste la historia de Márai, que se suicidó a los 90 y pico, nos hablaste de su vida, de su obra, pero hiciste énfasis en que este autor, más que nadie, sabía de qué estaban hechos los hombres.

Y claro, a los 3 se nos abrieron los ojos. Julio y Goyo recibieron felices su regalo y fíjate, yo no recuerdo qué me regalaste a mí. ¡Pero adivina quién comenzó esa misma noche a leerlo! Goyo tuvo que salir a comprarse el suyo, jaja, yo no se lo solté.
Recuerdo que lo terminé el 25 de diciembre en la noche. Y recuerdo que apenas lo terminé, comencé de nuevo a leerlo. Es uno de los libros que más he leído y que más he regalado.
Y Julio, que vivía a las afuera de Madrid, me llamó el 26 de diciembre a decirme que estaba encantado con el hallazgo de Héctor Abad, que hiciera el favor de ir a la librería del barrio, La Librería Antonio Machado, a comprarle todos los libros que encontrara de Sándor Márai.
Hablamos mucho de “El Último Encuentro” los domingos comiendo paella en casa de Julio y de los otros libros del autor que nos fuimos leyendo.
Pero el caso es que este libro se convirtió en un libro de culto en mi familia, todos poco a poco fueron cayendo… ¡quién no cae con semejante promesa, con semejante promoción a la lectura: ¡El libro para entender a los hombres! Jajaja.
Recuerdo que se lo regalé a varias amigas (contando la historia de esa navidad y repitiendo tus palabras) y sé que ellas también lo recomendaron y lo regalaron mientras repetían tus palabras para darle valor a ese regalo… recuerdo que el siguiente viaje a Colombia traje 6 ¡Y me quedé corta!
¿Avaro con los regalos? ¡Si nos hiciste uno de los regalos más memorables!
Cuando hablo de aprender a vender, a contagiar, a seducir, siempre cuento este cuento.
¡Gracias corazón!
Lili.
Respuesta de Héctor
De: Hector Abad
Enviado el: martes, 17 de abril de 2018 9:58 a.m.
Para: Liliana Rico
Asunto: Re: Diario
Lili:
Qué carta tan bonita. Entonces el regalo no fue tan malo, qué bueno. Qué linda historia es, cuando tú la completas.
¿Puedo usarla en mi diario? Es hermosa y yo no lo recordaba ni lo sabía.
Gracias querida Lili, gracias,
Abrazos,
H.
Fin de la historia.
¿Por qué les conté esta historia?
Porque todo en la vida empieza con una promesa. Y hay que saber prometer y luego, claro, cumplir las promesas. Pero hay que saber prometer, repito, todo empieza por ahí.
Y quien dice prometer, dice invitar, motivar, entusiasmar, captar, antojar, atraer, cautivar, conquistar, encantar, interesar, tentar, incentivar, provocar, ilusionar, estimular, animar, seducir…
¿Cómo estás invitando a tus audiencias, a tus equipos, a tus clientes, a que te escuchen, a que te crean, a que confíen en ti, a que te compren? ¿Qué les estás prometiendo? ¿Estás contando las historias que ellos necesitan, que les son útiles, que les van a ayudar a vivir mejor? ¿O estás contando las historias que tú quieres contar? esas que dan alergia y que dicen más o menos así con entonado acento:

¿Te suena?
Seguro que sí, porque de este tipo de textos están plagados los “quiénes somos” de las páginas web.
Entonces ahora sí analicemos lo que hizo Héctor esa noche de navidad:
- Héctor conocía a su audiencia: sabía que los 3 éramos buenos lectores. Yo trabajaba entrevistando escritores, y Goyo había heredado esa pasión de su padre que es uno de los mejores lectores que he conocido nunca. ¡No me explico cómo pueden caber tantos libros en una cabeza!
- Héctor habló de algo que nos interesaba, algo que podía ser útil: descubrir esa esencia masculina, saber cómo funcionan los hombres, entender de qué están hechos, eso les interesa tanto a ellos y como a nosotras.
- Héctor conocía muy bien el producto: él había leído el libro, se había maravillado con el libro y con el autor y su obra, y nos transmitió ese entusiasmo, esa motivación, esas ganas de leerlo.
- Héctor tiene la autoridad para recomendar libros: no era cualquier libro recomendado por cualquier cristiano, era un libro muy especial recomendado por un gran escritor que a su vez es un gran lector. A Héctor le creemos cuando de libros se trata. Puede que si Héctor nos recomienda una marca de carros o de taladros no le creamos tanto, pero si nos recomienda un libro o un autor, es otra cosa.
- Héctor nos dejó intrigados: nos dejó con ganas, tanto es así que yo no veía la hora de que se acabara la celebración para poder empezar a leer. Y a eso me refiero cuando hablo de saber prometer. El cómo lo cuentas es absolutamente relevante para que yo te haga caso, para que yo decida dejarme influenciar, seducir, para que yo me deje convencer por ti o quiera hacer negocios contigo.
¿Qué hubiera pasado si al regalar el libro Héctor no hubiera hecho ningún comentario? O si simplemente hubiera dicho un frío “muy recomendable”. Estoy segura de que este libro no hubiera tenido tanto eco en nuestras familias, en nuestros amigos. Porque tú querías poder ver y encontrar eso que Héctor encontró, porque lo leíste con la esperanza de entender un poco mejor a tu novio, a tu padre, a tu hijo, a tu amigo, a tu jefe…
Entonces, ya para ir cerrando:
- Si consigues captar la curiosidad de los demás, lograrás ganarte su atención y conectarte con ellos.
- Para despertar la curiosidad, tu mensaje debe expresar una de las formas en la que puedes ayudarlos a vivir mejor.
- Aporta algo útil, demuestra que conoces las necesidades de tu audiencia, sus gustos, y que puedes aportar una solución, una salida, porque esa salida, esa contribución, es la que los llevará a confiar en ti.
- Y para que confíen en ti, debes mostrar autoridad, demostrar que sabes de lo que hablas, que tienes experiencia, conocimientos, recorrido, que eres el mejor en esa solución, en esa salida. Que muchos han salido por ahí, por tu salida, y han triunfado.
- Y finalmente, cuando tengas chuleado todo lo anterior, pregúntate y pregunta: ¿Este mensaje hace clic? Porque, recuerda: solamente si la historia me hace clic, le doy clic. En otras palabras:

¿Qué significa esto? Que además de crear curiosidad, aportar algo útil y demostrar autoridad, hay que saber contarlo, ¿por qué? Porque el contenido que invita, que seduce, que conmueve, que motiva, que provoca, que estimula, que emociona, que antoja, que interesa, que cautiva, dan ganas de compartirlo y cuando el contenido se comparte, efectivamente hace el trabajo por ti.
¡Por eso funcionan las historias! Por eso marcas, líderes, mentores, políticos, empresas y empresarios, escritores, cantantes, pastores, curas, medios de comunicación y hasta el que pide dinero en un bus, todos cuentan historias, porque estamos científicamente predispuestos a contarlas y recordarlas, porque, oye, a una buena historia nunca le hacemos el feo… además, ya se sabe: las buenas historias son contagiosas, por eso si la historia nos hace clic, le damos clic.
Clic= estoy interesado= me gusta, me suena= quiero saber más= quiero eso para mí=quiero comprar.
Tus contenidos, tus discursos, tus mensajes ¿dan ganas de compartirlos? ¿Qué tantos clics son capaces de generar tus comunicaciones personales, de marca, de empresa, de tus productos y servicios?
Si quieres darle una vuelta a tu comunicación y empezar tú también a contar historias de esas que hacen clic, te invito a que le eches un vistazo a mis talleres y formaciones in company, o si quieres una mentoría o un apoyo más personalizado, cuéntame, ¡soy toda oídos!